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LOS VENCEDORES Y EL REINO MILENIAL |
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LOS VENCEDORES
Y EL REINO MILENIAL
ARCADIO SIERRA DÍAZ
E-mail: arcamarina@hotmail.com
CONTENIDO
Introducción
1. Los vencedores y la salvación
Las tres partes del hombre
Las tres etapas de la salvación
Las tres clases de hombres
La primera promesa
2. Los vencedores y la cruz
La carne y la cruz
Pedro y la Cruz
Un Jacob tratado por Dios
¿Para qué crucificar la carne?
Novedad de vida
Las coronas de los vencedores
La segunda promesa
El vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte
La salvación en Hebreos
La gracia y el gobierno de Dios
La muerte segunda
3. Los vencedores y el mundo
Las minorías de Dios
El mundo se opone al Padre
El amor al alma
Tercera promesa
El maná escondido
4. Los vencedores y las obras
¿Un evangelio de obras?
La salvación y las buenas obras
Castigo temporal de los creyentes: Tinieblas de afuera - Azotes - La Gehena de fuego - Cárcel
Las cuatro etapas de la obra de Cristo
El vencedor y las recompensas
Jesucristo, el fundamento
Materiales de la construcción
Cuarta promesa
La estrella de la mañana
5. Los vencedores y la justicia
El pecado y los pecados
La justicia de Dios
Nuestra justicia objetiva
Nuestra justicia subjetiva
Quinta promesa
Vestiduras blancas
No serán borrados los nombres de los vencedores
Sus nombres serán confesados delante del Padre
6. Los vencedores y la Iglesia
Los vencedores ante el fracaso de la Iglesia
El vino nuevo necesita odres nuevos
La armadura de Dios: El cinto de la verdad - La coraza de justicia El calzado del evangelio - El escudo de la fe - El yelmo de la salvación - La espada del Espíritu - La oración - El manto de la humildad - El amor.
Sexta promesa
Columnas en el templo
El nombre de Dios
El nuevo nombre de Cristo
7. Los vencedores y el tribunal de Cristo
El tribunal de Cristo: a) El tiempo del juicio; b) El lugar del juicio; c) Personas juzgadas.
Tres parábolas de juicio: a) del siervo malo; b) de las vírgenes; c) del siervo negligente.
Las tres etapas de nuestra resurrección: Resurrección del espíritu - Resurrección del alma - Resurrección del cuerpo.
Los vencedores y el traslado de la Iglesia: En cuanto al conocimiento del tiempo del traslado - En cuanto a al tiempo del traslado y a la participación en el mismo: 1. Postribulacionismo, 2. Pretribulacionismo, 3. Los dos raptos.
Diferencia entre la salvación y el reino
Las bodas del Cordero
Séptima promesa
Bibliografía
INTRODUCCIÓN
¿De dónde provino la idea de escribir este libro? Desde el año de 1993, el Señor me estuvo inquietando de manera insistente a fin de que escribiera un análisis histórico profético de las siete cartas de Apocalipsis, asunto que el Señor me permitió realizar en mi libro “La Iglesia de Jesucristo, Una Perspectiva Histórico Profética”, terminado en 1998. En el capítulo segundo de ese libro, al hacer el análisis de la carta a Esmirna, y particularmente del versículo 11 de Apocalipsis 2, sobre lo relacionado con la promesa del Señor de que los vencedores no sufrirán daño de la segunda muerte, por ser un tema poco conocido en los medios cristianos convencionales, sentí la necesidad de realizar un estudio más profundo y explicativo del asunto. Es más, algunos de los pocos predicadores que conocen este tema, tienden a eludirlo. Pensé que sería posible que muchos lectores desearían profundizar más sobre eso, a fin de percibirlo mejor, y otros sencillamente por el hambre que despierta un tema tan controvertido, pero tan importante y conveniente para nuestro andar con el Señor.
Al leer las siete cartas de los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, una de las más profundas impresiones que se suele tener es que los vencedores que allí menciona el Señor pertenecen a una clase aparte y encumbrada de creyentes, dotados de ciertos poderes extraordinarios y dones que no tienen el común de los hermanos. Pero, queridos hermanos, el vencedor está lejos de pertenecer a una élite especial de creyentes; al contrario, es el cristiano normal y bíblico; es el apartado del mundo para el servicio y adoración al Señor. Lo que sucede es que en los tiempos que vivimos, se ha laodiceado la Iglesia, y se tiene por normal a los hermanos que se mantienen niños en la fe, inmaduros y carnales. Si con la ayuda y la luz del Espíritu Santo, analizamos detenidamente los textos bíblicos, podemos ver que el vencedor es el creyente consciente de su condición de soldado de Cristo. En Romanos 8 se nos viene hablando de los cristianos normales, espirituales, los guiados por el Espíritu de Dios, predestinados para ser hechos conforme a la imagen de Cristo; de pronto dice en el versículo 37: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
En Efesios 6:10-18, encontramos la armadura del vencedor, del soldado de Cristo; pero no es otra cosa que la armadura del creyente normal. El Señor no quiere que seamos otra cosa. Nuestra lucha es contra poderosos principados de las tinieblas, con Satanás mismo; y si no estamos vestidos con esa armadura, nuestro andar cristiano es de derrota; y en derrota no podemos apagar los dardos de fuego del maligno. El escudo de la fe normal de un verdadero creyente, es la de un vencedor. Es bueno que los demás santos oren por nosotros, y nosotros por los demás santos; pero el escudo de la fe de otro, difícilmente podrá servirme a mí. Si analizas toda esa armadura, verás que nadie puede vestirla por ti.
La Palabra de Dios dice que sin fe es imposible agradar a Dios; de manera que el que obra por fe, es un hijo de Dios normal, no necesariamente un gigante. La lista que aparece en Hebreos 11 es de personas normales iguales a nosotros, que sencillamente le creyeron a Dios, y por la fe alcanzaron buen testimonio. Veo en las palabras del apóstol Pablo, la sinceridad y seguridad de alguien que sabía perfectamente quién era el Señor en quien habría creído; y con esa confianza dice: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Ti. 4:6-7).
No es nuestra intención agotar el tema, sino la de contribuir en algo a que muchos de nuestros hermanos puedan experimentar un despertar en muchas verdades bíblicas al respecto, e introducirse en las páginas de las Escrituras, que les estarán guiando a una vida más íntima con el Señor. De ahí que en este corto trabajo abundan las citas bíblicas, muchas veces transcritas casi sin comentario alguno; porque más que nuestras palabras y comentarios, es nuestro interés que nos fijemos en lo que nos dice la Palabra de Dios, y le pongamos toda la atención. La Biblia contiene algunas verdades importantes, fundamentales, y muy poco conocidas, y una de ellas es lo relacionado con el tribunal de Cristo para juzgar las obras de la Iglesia. ¿Por qué no es conocida esta verdad? Porque los creyentes le huyen a todo lo que huela a juicio de su conducta; y a fuer de ser esquivada, esta verdad ha sido olvidada en estos tiempos, y se ha vuelto desconocida y terrible. Pero es nuestro deber restaurar las enseñanzas contenidas en este libro y abrir las puertas de estas verdades. Este es el camino de un verdadero vencedor.
Recuérdese, además, que Dios ha hablado por medio de Su Hijo, y todo lo que analizamos a través de este libro es de lo que ha hablado el Señor Jesucristo y predicaron los apóstoles, de lo que quiso el Espíritu Santo que quedara registrado en el Nuevo Testamento acerca de temas tan fundamentales como los vencedores, el tribunal de Cristo, el juicio de las obras de la Iglesia, las recompensas y los castigos y el reino milenial, todo en el marco de lo que la Palabra de Dios llama la doctrina de los apóstoles. Esto no es algo nuevo, pues es algo que está registrado en la Biblia desde los tiempos primitivos de la Iglesia.
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